16.000
hombres de las fuerzas militares se dirigen a la zona conocida por los
campesinos tolimenses como Marquetalia, ubicada en el sur del Tolima y llamada
a ser recuperada por el gobierno nacional, a sangre y fuego.
Esta
ha sido reconocida como la operación
militar con más capacidad de fuerzas puestas en combate en la historia de
Colombia, la operación Marquetalia, dirigida y coordinada con los agentes
norteamericanos encargados de ejecutar en América latina el llamado plana LASO (Latin
American Security Operation) e impulsados por algunos senadores conservadores como
el reconocido, Álvaro Gómez Hurtado, el cual dirigiría la represión a los
campos colombianos en los cuales según este, se encontraban las llamadas
“Repúblicas independientes”.
De
esta forma exigiendo al gobierno de Guillermo León Valencia (1962- 1966)
también perteneciente al reaccionario partido conservador, que ordene desde la
presidencia de la república, el ataque militar a las zonas de influencia
independentistas y comunistas del país.
Generando
así una persecución constante del
gobierno nacional a los campesinos organizados.
Lo cual visibilizaría las paupérrimas condiciones sociales en las que
estos se encuentran y llevarían a que
después de esta fallida operación militar, se formaran en los campos, ciudades
y montañas colombianas los primeros frentes guerrilleros de la ya conocida guerrilla de las Farc (Fuerzas armadas
revolucionarias de Colombia).
Es
así como tras la formación y
conformación de distintas guerrillas colombianas y el avance del movimiento
popular y social en Colombia, que al día de hoy podemos decir, que: el
conflicto político, social y armado se ha venido agudizando, por lo tanto la
lucha de clases se ha desarrollado de tal manera que la
guerra prolongada por la toma del poder, hoy nos anuncia los ya 50 años de la
confrontación armada más prolongada por algún grupo guerrillero en la historia
latinoamericana; demostrando que el conflicto en Colombia es vigente y aún
mantiene en velo a las altas esferas del poder, que ya derrotadas moralmente
intentan dialogar con los que por años han sido llamados y juzgados por ellos
mismos, como “terroristas”.
En
los avatares políticos y sociales de la historia de Colombia, encontramos
múltiples pactos, llamados y acuerdos entre las fuerzas insurgentes y el
gobierno Colombiano, los cuales nos muestran las inmensas esperanzas de paz que
se han tenido a lo largo de la historia de Colombia.
Pero
esta paz no ha sido posible y los múltiples intentos por conseguirla han dejado
al país cubierto de sangre nueva, que soñó la democracia plena y garantizada
para los hoy cuarenta y dos millones de colombianos; esta lucha intensa por una
cantidad masiva de personas anegables que dejaron su vida por ver a Colombia
caminar por otros rumbos, nos deja un
sinfín de ejemplos, los cuales debemos estudiar y recordar para no cometerlos
como lo hicimos en el ayer.
Hoy
en Colombia sabemos que la democracia debe ser exigida desde la movilización
social y que la participación popular en los procesos políticos, sociales y de
dialogo, debe ser un imperativo para la conciliación entre dos sectores
históricamente enfrentados.
Así
es que nos remitimos veintinueve años
atrás en nuestra historia, en donde encontraremos la primera acción contundente
de paz, puesta en la mesa por la insurgencia de las Farc.
“Las
FARC-EP ordenarán el cese al fuego y demás operativos militares a todos sus
frentes en el país, a partir del día 28 de mayo de 1984 a las 00:00 horas,
fecha que podrá posponerse, como máximo, hasta por dos meses, si fuere
necesario. La orden de que antes se habla se mantendrá indefinidamente si el
señor Presidente de la República, doctor Belisario Betancur, corresponde a este
gesto efectivo de paz con una orden semejante suya, dada a todas las autoridades
civiles y militares bajo su jurisdicción, en la oportunidad debida”.[1]
Este
primer intento de paz, ejecutado con el gobierno en curso de Belisario Betancur
Cuartas (1982- 1986), el cual en su campaña electoral habría prometido
pacificar al país a tal punto de no derramar una sola gota de sangre en su
mandato, inicia su presidencia con intentos acelerados de acuerdos con las
diferentes guerrillas del país, entre las cuales se destacan: Los acuerdos de
la Uribe, Meta con las Farc, Los acuerdos de Corinto, Cauca con el M-19 y los
acuerdos de Medellín, Antioquia firmados con el Epl.
Y
a su vez por las Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia, que a partir de
estos acuerdos conformaría su primera fuerza política legal, dándole vida en el
año de 1985, a la tan aclamada en la actualidad Unión Patriótica, este un
partido pluralista, democrático y patriótico, que demostraría a su vez la
fuerza que política que tenía para la época la izquierda colombiana y la
capacidad de movilización popular que las Farc-Ep mantenían en el territorio
nacional.
Demostrando
así que otro camino era posible y que la lucha por la democracia que proponían
las fuerzas políticas de la insurgencia podrían funcionar.
Pero
la arremetida fascista no se haría esperar, y el contraataque violento contra
los líderes de la unión patriótica se aproximaba, galopando con sus balas y
motosierras inhumanas, que asesinaron vilmente a 3.000 de sus militantes, e
instaurando de esta forma el miedo como escudo protector de la barbarie
cometida, esta fue y será una época negra que no olvidaremos los patriotas
colombianos, los hijos de la historia.
Así
es como fueron asesinadas cuarenta personas en Segovia, Antioquia (1988), Jaime
Pardo Leal, candidato presidencial para las elecciones de 1986 (reemplazando a
Jacobo Arenas), José Antequera Antequera, Manuel Cepeda Vargas, Bernardo Jaramillo
Ossa, segundo candidato de la UP para las elecciones de 1990, entere muchos y
muchas que murieron en las manos de las fuerzas oscuras del estado (el
Paramilitarismo).
De
esta forma una vez más el estado colombiano, demostraba al igual que el 6 de
junio de 1957 con el asesinato de Guadalupe Salcedo, que la lucha por la
democracia en Colombia solo se podía dar al son del fusil, es así que hoy no
podemos juzgar a esos hombres y mujeres que caminan los montes nocturnamente. Pues
la guerrilla también llora sus muertos y lucha por su memoria; es por esto que
en estos actuales diálogos de paz que se desarrollan en la Habana Cuba, no
permitiremos que se nos aleje del proceso.
A
sabiendas que es con el acompañamiento popular, que garantizaremos que estos
diálogos no sean la continuación de más derramamiento de sangre, de hombres y
mujeres con voluntad de cambio.
San
Vicente del Caguan, 14 de octubre de 1998
Llegan
las vísperas del siglo XXI y la guerrilla más vieja del continente, decide
nuevamente aceptar los acercamientos con el gobierno del entonces presidente
Andrés Pastrana (1998- 2002).
Tras
unos acuerdos para iniciar el proceso de
dialogo, reconciliación y reconstrucción nacional, el gobierno y la insurgencia
pactan despejar un territorio el cual será en extensión semejante a suiza; así
que es san Vicente del Caguan el territorio escogido para iniciar las
conversaciones, las cuales tendrían unos matices políticos y estratégicos que
pondrían nuevamente en jaque al movimiento guerrillero y popular en el país.
Pues
mientras se intentaba negociar con el gobierno de Andrés Pastrana, que haría de
la propaganda mediática de los medios de comunicación, su arma letal para deslegitimar el proceso,
este organizaba con los Estados Unidos un plan desestabilizador y anti
democrático como diría Pardo leal, que traería muerte y miseria al territorio
nacional, este plan lo conoceríamos más tarde como Plan Colombia.
El
cual iniciaría como un apoyo económico de los Estados Unidos a Colombia en la
guerra contra el “narcotráfico”, pero que en realidad sería un plan gestado en
el marco de la aún vigente doctrina de seguridad nacional, que permitiría traer
al territorio nacional agentes norte americanos que entrenarían al ejército
colombiano, para dar fin a la lucha anti insurgente que se desarrolló con
intensidad en las décadas del 70’ y el 80’ en América latina, lucha que al
inicio del nuevo siglo se mantenía y se mantiene en Colombia.
Así
es que la seguridad en San Vicente del Caguan, territorio manejado por la
guerrilla, empieza a ser riesgoso para la vida e integridad de los negociadores
de las Farc, lo que generaría en el lanzamiento de los diálogos el 7 de enero
de 1999, lo que llamaran posteriormente la silla vacía, pues el comandante en
jefe de las Farc, Manuel Marulanda Veles, no se presentaría debido a las escasas
medidas de seguridad con las que se contaban en ese momento, impidiendo que su
participación se diera aquel día.
Nuevamente
la incomprensión de los medios saldría a flote y la opinión publica repudiaría
aquel acto, lo cual pondría en su inicio las primeras trabas para las posibles
negociaciones de paz entre los dos actores históricamente confrontados.
El
Caguan, no es más que una estrategia del
gobierno nacional para re armarse y como lo dijimos anteriormente poner en
jaque a la insurgencia colombiana, que
en los caminos del conflicto hace cambios drásticos militarmente para
mantenerse en pie y no claudicar en su lucha que es ya histórica.
Y
la cual no podremos deslegitimar, pues es y será la respuesta a las condiciones
de pobreza miseria y desigualdad en las que históricamente Colombia se ha visto
sumergida.
Nuevamente
Colombia se encuentra en dialogo, son los recuerdos de Marquetalia, la Uribe y
el Caguan, los que afloran nuevamente en el debate nacional, por ello nosotros
no podemos ser inferiores a nuestro momento histórico y respondemos a la
historia de Colombia con este breve articulo expositivo, que muestra el como
vemos en lo político y en lo histórico el conflicto político, social y armado,
que se prolonga en nuestra patria, así demostrando que la existencia de este es
vigente. Y que es solo como lo demostramos el 9 de Abril del presente año, que
podremos dar solución a este arduo conflicto, es en la movilización popular y
en la participación política, que Colombia entenderá que las causas generativas
de este conflicto aún son vigentes.
"nos proponemos
cambios. Si esos cambios se van dando pues van perdiendo vigencia las armas. Porque
las armas han tenido una vigencia, en un determinado momento, Como han venido
siendo en este periodo, porque se han negado todos aquellos derechos a la
reforma. Si se hubieran hecho reformas, seguramente las armas no tendrían vigencia"
[1]
Punto número uno (1), de los llamados acuerdos de la Uribe, Meta, firmados por
el secretariado de las Farc y el gobierno nacional.
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