martes, 23 de julio de 2013

Un breve esbozo de los diálogos de paz entre el gobierno nacional y las Farc-ep


Marquetalia 27 de mayo de 1964.
16.000 hombres de las fuerzas militares se dirigen a la zona conocida por los campesinos tolimenses como Marquetalia, ubicada en el sur del Tolima y llamada a ser recuperada por el gobierno nacional, a sangre y fuego.
Esta ha sido reconocida  como la operación militar con más capacidad de fuerzas puestas en combate en la historia de Colombia, la operación Marquetalia, dirigida y coordinada con los agentes norteamericanos encargados de ejecutar en América latina el llamado plana LASO (Latin American Security Operation) e impulsados por algunos senadores conservadores como el reconocido, Álvaro Gómez Hurtado, el cual dirigiría la represión a los campos colombianos en los cuales según este, se encontraban las llamadas “Repúblicas independientes”.
De esta forma exigiendo al gobierno de Guillermo León Valencia (1962- 1966) también perteneciente al reaccionario partido conservador, que ordene desde la presidencia de la república, el ataque militar a las zonas de influencia independentistas y comunistas del país.
Generando así una  persecución constante del gobierno nacional a los campesinos organizados.  Lo cual visibilizaría las paupérrimas condiciones sociales en las que estos se encuentran y  llevarían a que después de esta fallida operación militar, se formaran en los campos, ciudades y montañas colombianas los primeros frentes guerrilleros de la  ya conocida guerrilla de las Farc (Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia).
Es así como tras la formación  y conformación de distintas guerrillas colombianas y el avance del movimiento popular y social en Colombia, que al día de hoy podemos decir, que: el conflicto político, social y armado se ha venido agudizando, por lo tanto la lucha de clases     se ha desarrollado de tal manera que la guerra prolongada por la toma del poder, hoy nos anuncia los ya 50 años de la confrontación armada más prolongada por algún grupo guerrillero en la historia latinoamericana; demostrando que el conflicto en Colombia es vigente y aún mantiene en velo a las altas esferas del poder, que ya derrotadas moralmente intentan dialogar con los que por años han sido llamados y juzgados por ellos mismos, como “terroristas”.
En los avatares políticos y sociales de la historia de Colombia, encontramos múltiples pactos, llamados y acuerdos entre las fuerzas insurgentes y el gobierno Colombiano, los cuales nos muestran las inmensas esperanzas de paz que se han tenido a lo largo de la historia de Colombia.
Pero esta paz no ha sido posible y los múltiples intentos por conseguirla han dejado al país cubierto de sangre nueva, que soñó la democracia plena y garantizada para los hoy cuarenta y dos millones de colombianos; esta lucha intensa por una cantidad masiva de personas anegables que dejaron su vida por ver a Colombia caminar por otros rumbos,  nos deja un sinfín de ejemplos, los cuales debemos estudiar y recordar para no cometerlos como lo hicimos en el ayer.
Hoy en Colombia sabemos que la democracia debe ser exigida desde la movilización social y que la participación popular en los procesos políticos, sociales y de dialogo, debe ser un imperativo para la conciliación entre dos sectores históricamente enfrentados.
Así es que nos remitimos  veintinueve años atrás en nuestra historia, en donde encontraremos la primera acción contundente de paz, puesta en la mesa por la insurgencia de las Farc.
“Las FARC-EP ordenarán el cese al fuego y demás operativos militares a todos sus frentes en el país, a partir del día 28 de mayo de 1984 a las 00:00 horas, fecha que podrá posponerse, como máximo, hasta por dos meses, si fuere necesario. La orden de que antes se habla se mantendrá indefinidamente si el señor Presidente de la República, doctor Belisario Betancur, corresponde a este gesto efectivo de paz con una orden semejante suya, dada a todas las autoridades civiles y militares bajo su jurisdicción, en la oportunidad debida”.[1]
Este primer intento de paz, ejecutado con el gobierno en curso de Belisario Betancur Cuartas (1982- 1986), el cual en su campaña electoral habría prometido pacificar al país a tal punto de no derramar una sola gota de sangre en su mandato, inicia su presidencia con intentos acelerados de acuerdos con las diferentes guerrillas del país, entre las cuales se destacan: Los acuerdos de la Uribe, Meta con las Farc, Los acuerdos de Corinto, Cauca con el M-19 y los acuerdos de Medellín, Antioquia firmados con el Epl.
Y a su vez por las Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia, que a partir de estos acuerdos conformaría su primera fuerza política legal, dándole vida en el año de 1985, a la tan aclamada en la actualidad Unión Patriótica, este un partido pluralista, democrático y patriótico, que demostraría a su vez la fuerza que política que tenía para la época la izquierda colombiana y la capacidad de movilización popular que las Farc-Ep mantenían en el territorio nacional.
Demostrando así que otro camino era posible y que la lucha por la democracia que proponían las fuerzas políticas de la insurgencia podrían funcionar.
Pero la arremetida fascista no se haría esperar, y el contraataque violento contra los líderes de la unión patriótica se aproximaba, galopando con sus balas y motosierras inhumanas, que asesinaron vilmente a 3.000 de sus militantes, e instaurando de esta forma el miedo como escudo protector de la barbarie cometida, esta fue y será una época negra que no olvidaremos los patriotas colombianos, los hijos de la historia.
Así es como fueron asesinadas cuarenta personas en Segovia, Antioquia (1988), Jaime Pardo Leal, candidato presidencial para las elecciones de 1986 (reemplazando a Jacobo Arenas), José Antequera Antequera, Manuel Cepeda Vargas, Bernardo Jaramillo Ossa, segundo candidato de la UP para las elecciones de 1990, entere muchos y muchas que murieron en las manos de las fuerzas oscuras del estado (el Paramilitarismo).
De esta forma una vez más el estado colombiano, demostraba al igual que el 6 de junio de 1957 con el asesinato de Guadalupe Salcedo, que la lucha por la democracia en Colombia solo se podía dar al son del fusil, es así que hoy no podemos juzgar a esos hombres y mujeres que caminan los montes nocturnamente. Pues la guerrilla también llora sus muertos y lucha por su memoria; es por esto que en estos actuales diálogos de paz que se desarrollan en la Habana Cuba, no permitiremos que se nos aleje del proceso.
A sabiendas que es con el acompañamiento popular, que garantizaremos que estos diálogos no sean la continuación de más derramamiento de sangre, de hombres y mujeres con voluntad de cambio. 
San Vicente del Caguan, 14 de octubre de 1998
Llegan las vísperas del siglo XXI y la guerrilla más vieja del continente, decide nuevamente aceptar los acercamientos con el gobierno del entonces presidente Andrés Pastrana (1998- 2002).
Tras unos acuerdos  para iniciar el proceso de dialogo, reconciliación y reconstrucción nacional, el gobierno y la insurgencia pactan despejar un territorio el cual será en extensión semejante a suiza; así que es san Vicente del Caguan el territorio escogido para iniciar las conversaciones, las cuales tendrían unos matices políticos y estratégicos que pondrían nuevamente en jaque al movimiento guerrillero y popular en el país.
Pues mientras se intentaba negociar con el gobierno de Andrés Pastrana, que haría de la propaganda mediática de los medios de comunicación,  su arma letal para deslegitimar el proceso, este organizaba con los Estados Unidos un plan desestabilizador y anti democrático como diría Pardo leal, que traería muerte y miseria al territorio nacional, este plan lo conoceríamos más tarde como Plan Colombia.
El cual iniciaría como un apoyo económico de los Estados Unidos a Colombia en la guerra contra el “narcotráfico”, pero que en realidad sería un plan gestado en el marco de la aún vigente doctrina de seguridad nacional, que permitiría traer al territorio nacional agentes norte americanos que entrenarían al ejército colombiano, para dar fin a la lucha anti insurgente que se desarrolló con intensidad en las décadas del 70’ y el 80’ en América latina, lucha que al inicio del nuevo siglo se mantenía y se mantiene en Colombia.
Así es que la seguridad en San Vicente del Caguan, territorio manejado por la guerrilla, empieza a ser riesgoso para la vida e integridad de los negociadores de las Farc, lo que generaría en el lanzamiento de los diálogos el 7 de enero de 1999, lo que llamaran posteriormente la silla vacía, pues el comandante en jefe de las Farc, Manuel Marulanda Veles, no se presentaría debido a las escasas medidas de seguridad con las que se contaban en ese momento, impidiendo que su participación se diera aquel día.
Nuevamente la incomprensión de los medios saldría a flote y la opinión publica repudiaría aquel acto, lo cual pondría en su inicio las primeras trabas para las posibles negociaciones de paz entre los dos actores históricamente confrontados.
El Caguan, no es más que una  estrategia del gobierno nacional para re armarse y como lo dijimos anteriormente poner en jaque  a la insurgencia colombiana, que en los caminos del conflicto hace cambios drásticos militarmente para mantenerse en pie y no claudicar en su lucha que es ya histórica.
Y la cual no podremos deslegitimar, pues es y será la respuesta a las condiciones de pobreza miseria y desigualdad en las que históricamente Colombia se ha visto sumergida.
Nuevamente Colombia se encuentra en dialogo, son los recuerdos de Marquetalia, la Uribe y el Caguan, los que afloran nuevamente en el debate nacional, por ello nosotros no podemos ser inferiores a nuestro momento histórico y respondemos a la historia de Colombia con este breve articulo expositivo, que muestra el como vemos en lo político y en lo histórico el conflicto político, social y armado, que se prolonga en nuestra patria, así demostrando que la existencia de este es vigente. Y que es solo como lo demostramos el 9 de Abril del presente año, que podremos dar solución a este arduo conflicto, es en la movilización popular y en la participación política, que Colombia entenderá que las causas generativas de este conflicto aún son vigentes.
"nos proponemos cambios. Si esos cambios se van dando pues van perdiendo vigencia las armas. Porque las armas han tenido una vigencia, en un determinado momento, Como han venido siendo en este periodo, porque se han negado todos aquellos derechos a la reforma. Si se hubieran hecho reformas, seguramente las armas no tendrían  vigencia"




[1] Punto número uno (1), de los llamados acuerdos de la Uribe, Meta, firmados por el secretariado de las Farc y el gobierno nacional.

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